Superhumanos en la Era del Nicho Digital
Cómo la obsesión por saberlo todo nos aleja de la maestría auténtica
Para algunos, esta es la era de: “Hoy puedes ser lo que sea. Solo escoge”.
Para otros, la era de: “O eres todo, o eres nada”.
Hasta que te das cuenta de que esta era no es nueva.
Vengo del metal. Ese de mechudos malencarados.
De 15 años para atrás, si te atrevías a decir que te gustaba una banda sin poder listar la alienación original, la actual, la discografía incluyendo año de publicación y tu canción favorita de cada uno; definir el sub-sub-sub género que tocan, asegurar cuántas cuerdas tienen las guitarras con las que tocan y en qué afinación…
¡Ay, de tu pobre nombre!
Todavía me encuentro con esos escenarios en conciertos locales. Por fortuna, cada vez menos.
He dicho con anterioridad que la era digital llegó con múltiples problemas.
Sin embargo, la mayoría de los que se le asocian son problemas pasados. Prácticamente eternos, pero amplificados.
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Expertos por Doquier
Seguro que has leído por ahí, en una de las 5 redes sociales bajo tu nombre, que en la era de la IA, la disciplina ya no es suficiente. Debes perseguir la obsesión.
Y a diario encuentras nuevos perfiles que manifiestan en su bio/tagline:
“I help [insert ICP] to obtain [insert most desired tangible outcome] in [insert least possible timeframe]. Obsessed with [XYZ micro-niche]”.
(Template para BIO gratis 😉).
La obsesión no es nueva —ya ves como son los metaleros trve— y si se mantuviera dentro de los círculos cerrados de cada nicho, pues… ¡perfecto!
A punto de graduarme del colegio, mi viejo me dijo: “Mijo, en la vida hay que saber algo de todo y todo de algo”.
El problema es que el bombardeo de cursos, paso a pasos y de todo el conocimiento del mundo empaquetado en un tweet estoico, ya no permiten que una persona sea experta en algo, sin que también lo sea en todo lo demás.
Entonces, eres investigador del CERN, con PhD en física de partículas. Llevas años estudiando la interacción entre quarks y gluones, pasas 18 horas diarias desentrañando los secretos del universo, buscando nueva física más allá del Modelo Estándar…
Pero no puedes ir al gimnasio a entrenar de forma funcional y salir a comer empanada.
Fijo solo vas 1 vez al mes, al mismo puesto de la esquina, pero Murphy se encarga de que siempre te pille tu vecino de locker: “Otra vez dañando el entrenamiento, ¿no?”
Escoges gimnasio sobre PlayStation porque solo quieres distraerte y mejorar tu salud, con el mínimo de tiempo posible.
Pero, eso es de gente sin propósito ¡De vagos! (pensaba que era al revés, pero bueno).
Moraleja: ¿para qué pierdes plata yendo al gimnasio si no vas a pesar la comida, contar macros y hacer ayuno intermitente?
¿Ves por dónde va la cosa?
El conocimiento sobre el bosón de Higgs no te exime de que seas experto en nutrición deportiva como atleta olímpico…
Y que sepas invertir en bolsa como broker experimentado.
Y que tengas habilidades sociales como psicólogo clínico.
Y que hagas contenido viral como influencer consolidado.
Y que tengas disciplina estoica como monje tibetano.
Todo está disponible con un click. El que no sabe es porque no quiere aprender.
¡Bah!
¡Pues, claro! Porque sería imposible saber todo de todo.
En una era donde la especialización es más valiosa que nunca, la cultura digital nos empuja a demostrar competencia universal.
De repente, la profundidad en un área específica ya no es suficiente para validar tu existencia intelectual.

El Coleccionista de Hobbies
Siempre vas a encontrar al típico que dice: "Aquí es todo, o nada". Así, en cada nuevo nicho que descubres.
Si te dejas llevar, te encontrarás malabareando un zoológico de conocimientos y habilidades que, disfrazados de “soy un polímata, bro”, te van a dejar con el ánimo por el piso y la billetera vacía.
Porque no somos —y nunca seremos— superhumanos.
Escribo esto por dos razones jodidamente personales:
Nunca he tenido una obsesión como tal. Admiro a quien dedica su vida a algo en particular: atletas, científicos, cualquiera que dice “como, veo, respiro XYZ all day long baby”.
Poco caso le hacía a mi viejo. Siempre he querido saber todo de todo —hecho el intelectual.
Esto último, en particular, genera un sufrimiento enorme. Un vacío existencial que te carcome desde adentro.
Muchos sufrimos de eso (y por eso). Y, a veces, hacemos sufrir a otros en el proceso. Pero, por lo general, no lleva a ninguna parte útil.
Te lleva a “obsesionarte” con la primera chica de vestido rojo en tu feed, de forma pasajera, para reiniciar el bucle de entrenamiento en la Matrix.
Y, ¿qué carajo hiciste con eso? Nada. Absolutamente nada.
¿De qué sirve saber por saber? Para ser insoportable en las reuniones.
Entonces, llega la procrastinación productiva (esa que te hace sentir ocupado, pero improductivo), la depresión, la ansiedad. El combo moderno completo.
Soy fiel defensor de que entre más amplio sea el contexto, mejor será el resultado.
Pero hay una diferencia abismal entre tener contexto y pretender ser maestro de todo. Peor, si es de forma simultánea y de la noche a la mañana.
Eso solo pasa en videos de YouTube e historias de LinkedIn.
Evolución sin Obsesión
¿Quieres obsesionarte?
¡Adelante, campeón! Pero, mantenlo en algo específico y no critiques a quienes no se obsesionan igual que tú.
Bájale al ego. Lo tuyo no es lo más importante del universo —y lo mío tampoco.
También he sido snob y gatekeeper en algún momento, en algún contexto.
Y por eso, me excuso.
Este es un mensaje para el maestro anónimo:
→ Si para otros lo tuyo no es su prioridad, no pasa nada. No fastidies.
Este, para el aprendiz anónimo:
→ No todo puede ser prioridad. Deja de aprender por saber y enfócate en hacer algo específico. No te dejes fastidiar de gurús.
Y este para mí:
→ Poné atención a lo que escribes ¡Qué fastidio!
Procuremos ser superiores a nosotros mismos; evolucionar hacia nuestra mejor versión —sin dejarnos vender pobres interpretaciones Nietzscheanas.
La maestría auténtica viene de la profundidad.
Pero, la obsesión por la productividad puede conducir a lo profundo del vacío.
¿Quieres saber qué tan obsesionados estamos con la productividad?
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PD: Esta semana estoy viajando, alejado del micrófono. En la próxima entrega vuelven las narraciones ¡No desesperes!